Diseño: A5 Arquitectura
Ubicación: El Retiro, Antioquia, Colombia
Arquitectos a cargo: Camilo Ramírez, Tomás Vega
Equipo de Diseño: Alejandro Echavarría
Diseño Interior: Adrede Diseño
Año: 2020
Fotografías: Mateo Soto
Entre el pabellón y el refugio.
Podría decirse que la casa es el paradigma del proyecto arquitectónico. En la modernidad del siglo XX, muchos de los grandes arquitectos se dedicaron a reflexionar sobre el ámbito doméstico; desde la escala unifamiliar hasta obras de vivienda colectiva con una repercusión social y urbana importantes. A través de estos proyectos ejemplares, la arquitectura moderna propuso técnicas, tipologías y formas de habitar nuevas, heredadas y ampliamente aplicadas hoy. Pero, si bien la casa ha sido un campo de investigación y experimentación, es también el espacio donde se materializa el deseo humano de vivir en comunidad al amparo de la intemperie. No se necesita ser un arquitecto para hacer una…, todos sabemos cómo hacerla. Pero, ¿cómo se hace una casa? Una respuesta inmediata seguramente daría cuenta de una colección de estancias relacionadas entre sí: dormitorios, baños, cocina, comedor, salón, jardín. Pareciera ser que la simple suma de sus partes es suficiente. Sin embargo, una casa –o al menos una buena- es mucho más que esto. En las afueras de Medellín, el estudio A5 Arquitectura, liderado por los arquitectos Camilo Ramírez y Tomás Vega, diseñó junto con Adrede Diseño, firma encargada del diseño interior, una residencia que trasciende la concepción tradicional del espacio doméstico y que propone áreas polivalentes que se pueden utilizar de distintas maneras.
Ubicado a veinte minutos de la ciudad, el proyecto se emplaza en una parcela junto a un bosque. El tamaño reducido de la explanación disponible, condujo a una construcción compacta y a una apuesta espacial y técnica claramente definida. La casa se define a partir de una superficie continua que se pliega para formar dos muros laterales y un techo a dos aguas. Un cascarón revestido completamente en tabletas de concreto, dentro del cual se disponen los ambientes que encargó su propietario, un extranjero que trabaja y vive en Medellín. El color oscuro del enchape de las fachadas y la geometría del volumen definen una expresión monolítica pero ligera al mismo tiempo, gracias a los ventanales que desdibujan las aristas de la pieza y que introducen luz natural al interior.
Un vacío central de ocho metros de altura recibe a los visitantes. En él aparece una zona social vinculada a un balcón que se abre hacia el follaje de los árboles cercanos. La cocina se articula directamente con el salón comedor, mientras la habitación y el baño principal se ubican en un extremo de la planta rectangular, desde donde se puede salir a una terraza de madera. El segundo nivel alberga dos estancias conectadas por un puente que cruza el vacío. Una de ellas funciona como una oficina en casa, mientras la otra se utiliza como un salón de televisión y entretenimiento. Ambas gozan de una condición espacial singular donde la cercanía con la cubierta hace que se comporten como buhardillas que se miran la una a la otra. Estos dos espacios están diseñados de tal forma que en un futuro puedan adaptarse para ser alcobas. Un semisótano alberga una habitación de huéspedes que sale a una pequeña zona verde, así como una lavandería que queda oculta de los espacios nobles de la vivienda.
El planteamiento estructural del proyecto no solamente garantiza la estabilidad de la construcción, sino que además hace parte de la estética del espacio. Una serie de costillas metálicas quedan a la vista en el interior para hacer énfasis en la forma del volumen y dejar ver la madera de los cielos y muros. Este sistema recuerda la fabricación de embarcaciones, donde los elementos de soporte y cerramiento revelan su propia lógica constructiva. Las vidrieras plegadas sobre el plano vertical de las fachadas y el de la cubierta inclinada enmarcan el paisaje cercano de tal manera que se puedan ver las copas de los árboles desde adentro.
Construir suele ser una operación de adición…, una sumatoria de elementos que conforman un espacio. Sin embargo, aquí la espacialidad está mediada por el pliegue y el recorte de un plano que separa sutilmente el interior del exterior para habitar entre ambos. La lluvia y la vegetación dan forma a esta arquitectura intermedia entre el pabellón y el refugio, entre la cabaña y el invernadero. La flexibilidad de su diseño le permite reconfigurarse para una futura familia, siempre en torno al vacío concebido como un lugar para la reunión. Si la casa es más que la suma de sus partes, este proyecto de A5 Arquitectura trasciende su condición funcional para generar un ámbito doméstico casi inmaterial, donde cada parte puede jugar muchos papeles y donde el todo se mezcla con el paisaje y el cielo.
Rodrigo Toledo
Arquitecto. Profesor asistente de la Universidad Pontificia Bolivariana
Galería del Proyecto